El mijo es un grano que requiere atención. Es tierno, se cocina fácilmente y crea una textura que no se separa en sabores. Es integral, como una manta.
Para preparar unas gachas suaves, basta con una proporción de 1:3 con agua. Cocine a fuego lento, removiendo, hasta que el líquido se absorba por completo. Sin sal ni leche.
Las gachas terminadas se disfrutan mejor no con un ataque de hambre, sino después. Cuando el apetito ha disminuido, cuando el cuerpo ya no las necesita, simplemente esperando el calor.
Las gachas de mijo no despiertan el deseo de “comer algo más”. No provocan, sino que cierran.
Este plato es ideal para la mañana después de una noche de insomnio o para el almuerzo, cuando todo el mundo está cansado. Alivia la tensión sin añadir nada extra.
Las gachas de mijo son un alimento que no avanza.
