La calabaza es un producto sin pretensiones. No destaca por sí sola, no compite con las explosiones de sabor de otras verduras. Por eso es tan importante en la cena.
Corte la calabaza en trozos, colóquela en una bandeja para hornear y hornee a 170 °C durante unos 25 minutos. Sin sal, especias ni aceite. Solo la verdura y caliente.
Tras hornear, la calabaza adquiere una textura casi cremosa. Es fácil de triturar con un tenedor, pero es mejor comerla despacio, entera, sintiendo su dulzor natural y discreto.
Esto no es un postre ni una cena. Es un puente entre días. Un plato que no requiere repetición. Después viene una pausa, y eso es suficiente.
Calabaza al horno: una dulzura que no hace alboroto
